Una cosa que hago a menudo cuando me aburro, es pensar... No pensar nada, y en todo a la vez, pensar sin pensar en lo que pienso, dejar que mis pensamientos sean libres y se paren donde quieran.

Algunas veces pienso en un carril-bici, la función de los carriles-bici es guiarte e indicarte por donde debes ir, un camino en el que, en principio, no debe haber obstáculos, nada con lo que chocar. Un camino largo , incluso infinito, a veces. Desde algún punto del camino, todo parece fácil y piensas que si sigues como hasta el momento, todo lo que quieras, puedes conseguirlo sin dificultad. Pero sin darte cuenta, aceleras más de la cuenta y te caes de boca. Y de repente el camino fácil y simple, se convierte en una cuesta hacia arriba. Sin final. Imposible de subir.
Pues con la vida ocurre lo mismo, a veces es fácil vivir y seguir el camino, pero otras se tuerce todo al mismo tiempo. Y antes de que te des cuenta, ves el final del camino. El final de ese camino que al principio creías infinito.
Aprovecha cada pedalada del camino, pensando que se acabará pronto.
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