Son felices al ver un pez de colores en una pecera, o al darse cuenta de que realmente sumar no es tan difícil. Disfrutan dejándose caer por un tobogán o estando vestidos con la ropa que les compró su mamá para los domingos. Hacen mucho el tonto. No se complican ni agobian y sonríen casi todo el tiempo.
Me gustaría ser un poco como ellos.
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